“¡Acortemos las brechas!: ¿Qué es lo que se pierde la ingeniería por no tener más vocaciones de mujeres?” es el capítulo de la académica Steren Chabert, de Ingeniería Civil Biomédica, publicado en la quinta edición del libro «Matilda y las mujeres en Ingeniería en América Latina».
En algunos párrafos de su artículo, la académica señala:
“Esta es la historia de lo que sucede cuando olvidamos que la mitad del planeta está conformado por mujeres y de cómo convivimos en sociedades que han sido edificadas con un sesgo de género que se expresa desde un inocente juguete infantil, pasando por el diseño de la ropa, las medidas de seguridad en la fabricación de vehículos y hasta en los algoritmos de generación de imágenes de inteligencia artificial”.
“En más de 20 años de investigación he tenido grandes satisfacciones profesionales, publicado más de 30 artículos de revistas, más de 50 resúmenes de congresos y un capítulo de libro en estas áreas. Además de ocho registros de propiedad intelectual y cuatro patentes. Cuento todo esto porque he sido una mujer afortunada. Sin embargo, en mi experiencia esta suerte no la tienen todas las mujeres, menos en Latinoamérica, donde nuestros países lideran vergonzosos rankings internacionales en los que el sexismo sigue presente en el día a día, por ejemplo, en Chile, según la encuesta global anual de IPSOS3 , el 30% ha visto ejemplos de discriminación por género en el trabajo y, en el mundo, dos de cada cinco personas (43%) han observado comentarios sexistas por parte de amigos o familiares, discriminación en el trabajo o acoso laboral en el último año”.
“En mi caso debo reconocer que nunca sentí que ser mujer fuera una limitación. Mis padres, mis hermanos y mis profesores en Francia siempre me apoyaron sin ningún tipo de sesgo de manera que siempre estuvo en mi panorama estudiar, a tal punto que al finalizar la secundaria obtuve el premio de la vocación científica técnica de mujeres, lo que me permitió financiar la universidad y desarrollar mi vocación ingenieril. Sin embargo, soy consciente de que para llegar a tener la oportunidad de elegir no basta con contar con habilidades para el aprendizaje o el gusto e interés, como en mi caso, por la física y la biología. Es necesario que tu entorno cultural y social refuerce y potencie tus aspiraciones sin límite alguno, de manera que sepas y te sientas segura de que no hay obstáculos a vencer, sino sueños por cumplir”.
“Cuando te digan que todo es posible hazles ver que también es necesario reconocer que hay un ambiente o cultura que diferencia por género y que no contribuye. Trabajen la autopercepción en sus hijas e hijos para que puedan cumplir con todas sus metas y expectativas independientemente de lo que decidan hacer con sus vidas o estudiar”.
“Presten atención a la calidad de los juguetes a los que acceden sus hijas e hijos y al ejemplo que les están dando. No restrinjan sus espacios de posibilidades. Que no sean sexistas ni basados en roles tradicionales. Por el contrario, acérquenles los juegos de lógica, de matemática e intenten mostrarles ejemplos abiertos asociados con mujeres en ciencia y tecnología”.
“A los profesores: Mezclen a sus estudiantes cuando deban realizar trabajos en grupo o actividades deportivas. Muchas veces de forma inconsciente tienden a agruparse los niños y las niñas por separado. Esto tiene un impacto en cómo se relacionan, trabajan o resuelven un problema. Numerosa evidencia demuestra que los sesgos y la discriminación en torno al género condicionan las oportunidades de las personas, afectando la trayectoria profesional y perpetuando las brechas entre hombres y mujeres”.
“También es importante reforzar la paternidad, equilibrarla con la maternidad y los roles dentro de la pareja. Las razones por las cuales ocurre esto tiene mucho que ver con los roles y funciones que se dan en el seno de cada familia. Dados los retos que han surgido post pandemia de COVID-19, debemos reconocer y centrarnos en la necesidad de fortalecer y reparar las relaciones familiares”.
“Promovamos la participación equitativa de hombres y mujeres en el ecosistema Ciencia, Tecnología, Conocimiento e Innovación (CTCI) como un valor intrínseco, pero también como un prerrequisito para la calidad. Para tener un sistema de investigación robusto, que fomente el análisis crítico y genere soluciones que mejoren el bienestar de toda la sociedad, no podemos excluir a la mitad de nuestra población de participar en ello. La desigualdad de género impacta en la sustentabilidad y productividad en nuestros países, Latinoamérica y el mundo”.
El artículo y la publicación completa, así como las versiones anteriores, se encuentran disponibles en https://catedramatilda.org/category/publicaciones/